LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

MORGANA

JOTAELE

AGÜELO COCINILLAS

Oficialmente, profesora

Escritora

Casada y madre de familia

Me gusta leer, escribir y el rock and roll

Toco la guitarra

Hago dameros

Me gusta Patán

Odio la política y los programas del corazón

Oficialmente, abogado

Seductor

No sabe, no contesta

Me gustan las mujeres

Toco lo que me dejan

Hago el amor

Me gusta Betty Boop

Odio a Belén Esteban y a María Antonia Iglesias

Oficialmente, jubilado

Naturalista

Viudito y disponible

Me gusta observar la naturaleza humana

Ya no toco nada

Hago disecciones

Me gusta doña Urraca

Odio la caza, la pesca y los toros.

LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

jueves, 27 de octubre de 2011

TOKIO BLUES*** Y OTRAS LECTURAS DE OCTUBRE

Afortunadamente, voy retomando poco a poco mi afición a la lectura. Tenía Tokio Blues apalancado en el fondo de mi ipad desde hace un año. Me hice con él picada por la curiosidad, puesto que estaba siendo todo un boom y, por qué no decirlo, con bastantes suspicacias, como siempre que algo es un gran éxito. Además, acababa de leer "De qué hablo cuando hablo de correr", del mismo autor, y me pareció que una persona que corre ultramaratones (100 km) no podía estar muy bien de la azotea. Así que lo empecé cogiéndolo con pinzas, como se suele decir.
Si me preguntan si me ha gustado, mi respuesta es no. Si me preguntan si aconsejo su lectura, decididamente contesto que sí. ¿Contradicción? En absoluto. Que no me haya gustado no quiere decir que no valore su calidad. Precisamente la valoro por lo deprimente de la historia en un mundo editorial en el que parece que todo son aventuras, espías, conjuraciones y finales felices. Tokio Blues desarrolla la historia de un joven universitario en sus primeros años de estudiante en Tokio con el suicidio como hilo conductor. Es una novela de sentimientos. Sin cursilerías. ¿Por qué no me ha gustado? Porque no sabía a dónde quería ir a para Murakami, en algunos momentos me aburrió soberanamente, pero por lo menos se nos muestra cómo el protagonista aprende de sus experiencias de la vida y tiene un ritmo cadencioso que se agradece dentro de tanta trepidación. Es posible que si lo releo dentro de un tiempo mi opinión sea mucho más positiva. Desde luego, de los cuatro libros de esta reseña es el de mayor calidad literaria.


Leí El jardín olvidado**** , de la australiana Kate Morton, por encargo. Sí, leo por encargo, fíjense. En este caso, mi jefa de biblioteca, que estaba entusiasmada con "La casa de Riverton", de la misma autora y me pidió si podía leer El jardín... por si el contenido no era adecuado para los chicos del instituto. Me enganchó enseguida. Una niña inglesa aparece abandonada en un trasatlántico en un puerto de Australia y es adoptada por una familia de allí. Años después se intentará resolver el misterio de su identidad. Para ello, la autora maneja dos escenarios: Australia e Inglaterra, y varios ejes temporales que van desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. ¡Y sin hacerse un lío! El libro desprende un tufillo a lo Jane Austen o Charles Dickens en los episodios correspondientes a la Inglaterra victoriana y tiene la intriga asegurada, aunque muchos de los elementos del desenlace son previsibles. Literariamente no es gran cosa, pero entretiene con creces (algún día se me quemó la cena). "La casa de Riverton" queda pendiente para Noviembre.

Con El contrato *** les ruego encarecidamente que no hagan lo que hice yo. Forma parte de una saga protagonizada por el mismo poli y nuevo héroe nórdico: el finlandés Jonna Linna. Y es el segundo. Lean primero El Hipnotista.  En este caso, leí El Contrato por consejo de mi hermana. Mejor dicho, lo devoré. Una mujer aparece muerta en un barco. Está totalmente seca, pero sus pulmones demuestran que ha muerto ahogada. A partir de ahí, toda una maraña de corruptelas e intrigas al más puro estilo sueco que, por lo menos, no deja indiferente. Mucha acción, mucha sangre y muchos muertos. ¡Me rechifló!

Volviendo a Lars Kepler, seudónimo bajo el que se esconde un matrimonio de escritores sueco, no necesité más de tres segundos para empezar El hipnotista *** nada más haber acabado "El Contrato". Me dejó un poco perpleja: un niño de quince años mata a toda su familia y hay que recurrir a un hipnotista para descubrir la verdad. Me dejó perpleja, digo, porque sabiendo ya a las pocas páginas quién era el asesino me intrigaba qué carajo iba a hacer Kepler para mantener entretenido al personal durante el resto de la novela. Como pueden imaginar, los avatares del hipnotista son la clave de la historia. Mucha acción, pero no tanta como en "El contrato", lo cual hace que en algún momento canse. Y también muertos a gogó, como buena novela nórdica. Espero que disfruten con estas recomendaciones. Hasta el mes que viene.


lunes, 10 de octubre de 2011

TRES MESES. CINCO KILÓMETROS. UN OBJETIVO.

Como cada cuatro semanas, posteo mis logros en el mundo del running. El día que haya fracasos espero postear también. Lo bueno de estar iniciándose es que nunca se va para atrás. Al contrario, estoy mejorando tanto que a veces me paso y al día siguiente lo pago.

Cuando empecé en esta historia, hace ya doce semanas, me marqué un objetivo: correr media hora seguida tres días por semana. Y un plazo: diciembre. Tengo muchos amigos que corren y todos me dijeron lo mismo: "harás la media hora antes de lo que crees, y después querrás algo más fuerte y te marcarás otro objetivo. Ya te veremos en la carrera tal o cual". "Ni de coña", contestaba yo. Pues miren por dónde, ellos tenían razón. Hace ya quince días que corro veinte minutos seguidos, y casi podría correr la media hora si me lo propusiera. De hecho, esta última semana he corrido entre cuarenta y sesenta minutos en series de veinte. Repito lo que digo siempre: si me lo dicen hace tres meses, no me lo creo. El sábado me envalentoné y me tiré una sesión de una hora, pero lo pagué con creces: por la noche estaba totalmente agotada.

Como veo que en medio mes el objetivo inicial estará cumplido, hace ya algún tiempo que me marqué otro más ambicioso: correr los ocho kilómetros de la San Silvestre de La Coruña el día 31 de diciembre. Sé que podré hacerlo si nada se tuerce (un esguince, un infarto...) pero también soy consciente de que llegaré de las últimas: soy incapaz de hacer un kilómetro en menos de nueve minutos y no quiero obsesionarme con la velocidad, puesto que todavía estoy haciendo fondo. Lo cual quiere decir que esos ocho kilómetros me llevarán casi hora y media y me moriré de vergüenza. Por otro lado pienso que hace dos meses y medio me moría de vergüenza cada vez que salía a correr y que ahora me la trae al pairo, así que... me quedan otras doce semanas para prepararme, a ver qué pasa. Tiene tela la cosa: hace un tiempo no era capaz de correr más de un minuto seguido y ahora me ando preocupando por las marcas.

Por lo demás, todo sigue siendo perfecto: mis músculos siguen endureciéndose; mi ansiedad, bajando; mi apetito, de lobo; no engordo, duermo como un bebé y (casi) siempre estoy de buen humor. Lo único que me pone de malas es pensar por qué coño no me dediqué a esto antes.

Una cosa que me hace el ejercicio todavía más placentero es la compañía de mi ipod y la lista de reproducción que uso para correr. Como se imaginarán, el rock and roll es mi principal apoyo. A veces tengo que tener cuidado: me sale una air guitar en mitad de la sesión, o me dejo llevar por el ritmo, acelero y se me dispara el pulsómetro. Entre las joyas que uso para entrenarme, están las siguientes:

AC/DC: shoot to thrill
QUEEN: Tie your mother down
JOE SARTRIANI: Surfin´with the alien
BRIAN ADAMS: you gonna win
JET: Cold hard bitch
AEROSMITH: Rag doll
BLUR: Boys and girls
METALLICA: Whiskey in the jar
BEATLES: Bad boy
TOTO: White sister.


En fin, dentro de cuatro semanas les sigo contando. Desde aquí animo a todo el mundo a dedicar un tiempo a la semana al running. Si yo pude, puede cualquiera. Hasta dentro de cuatro semanas, amigos.

jueves, 6 de octubre de 2011

STEVE JOBS: IN MEMORIAM

Foto propiedad de Fata Morgana
Escribo esta entrada-homenaje, como no podía ser de otra manera, desde mi Macbook de 14 pulgadas. Al final, Jobs no pudo ganar la batalla final contra el cáncer de páncreas que padecía desde hacía años. Se va un revolucionario de la tecnología, y me gustaría recordar, desde este humilde blog, cuándo empezó mi romance con la manzana.

Como casi todo el mundo que nunca ha tenido un producto Mac, en su momento no le di la menor importancia: sí, muy monos, pero carísimos. No entendía esa diferencia de precio. Como tampoco controlaba ni jota de informática (ni controlo, cada vez menos desde que uso Mac), tampoco comprendía aquellas entusiastas explicaciones de los que manejaban autocad en un Macintosh a principios de los años 90. Me parecía una cosa así como tener un Mercedes: sería la hostia, sí, pero los seat Ibiza cumplían el mismo cometido.

Así las cosas, desde que en 1991 tuve mi primer PC hasta que el primer producto manzanil entró en mi humilde morada pasaron 10 años. Lo primero fue un ipod de 20 gigas al que no hice mucho caso, puesto que no era para mí. Lo heredé cuatro años después y poco más duró el pobre. Para entonces, ya tenía un powerbook G4 de 13 pulgadas al que todavía doy uso. Sus 80 gigas de capacidad se me quedaron pequeños. ¡Y pensar que empecé con un 286 que tenía 30 megas de capacidad! El bueno del G4 petó el disco duro y en apple fueron capaces de recuperarlo entero y verdadero. No sé si habrían sido capaces de hacer lo mismo con un PC.

Eso es una de las cosas que diferencia a Mac de los demás. A veces la gente me llama: ¿Me compro un Mac? Yo contesto: ¿Tienes la pasta? Sí. Ni lo dudes, respondo. Mac tiene sólo un pequeño problema: después de seis meses usándolo, no sabrás usar un pc. Su unión de intuición, diseño, versatilidad y minimalismo harán que no quieras ya otra cosa. Mientras el resto del mundo tenía que instalar drivers en sus periféricos, los macinteros ya funcionábamos sin ellos. Mientras los pecés usaban el Nero para grabar un cd, nosotros arrastrábamos los archivos directamente al disco y pulsábamos "grabar". Gracias, Steve Jobs.

También tiene otros inconvenientes: los respuestos son caros, las baterías no bajan de 90 pavos (y se vician, pero no tanto como un pc), otro tanto cuesta un cable de alimentación. Los gadgets, ipods y similares, vienen pelados. La ipad trae un cable de alimentación que no llega ni al metro de largo, a la mínima le pegas tirones. El mando a distancia de la segunda generación de ipods no sirve para la tercera, el cargador del ipod no sirve para la ipad, el cargador del iphone del coche no sirve para la ipad tampoco, y unas cuantas pequeñeces más. Pero todos sus productos son tan cómodos y versátiles que te acabas olvidando. El catálogo es para volverse loco, pero, como pueden ver en la foto, yo sigo con mi ipod de toda la vida, que compré hace seis años, y he despreciado touchs y shuffles porque la capacidad para almacenar la música que yo quiero es escasa. Y puedo salir de viaje olvidándome las bragas (con perdón) pero el ipod siempre va en la maleta.

En fin, que nada de esto habría tenido lugar si Steve Jobs no hubiera tenido la deferencia de compartir con el resto del mundo su sabiduría imaginativa. Recuerdo la presentación de la ipad1 en Estados Unidos, que descargué de youtube. Cuando acabé de visualizarla me recorrían el cuerpo sudores fríos. Ya no era sólo el producto, sino la manera de venderlo. No veía llegar el mes de mayo para hacerme con una. Está superamortizada, menos a la playa la llevo a todas partes. Hace un año que no compro un libro.   He regalado todos mis libros entre mis amigos, cosa que les ha hecho muy felices. Tengo sitio en las estanterías para mi colección de libros de rock and roll y mis cómics, para eso sí que no admito la versión electrónica. Y es lo único que llevo al trabajo: ni libros, ni apuntes, ni nada.  Todos mis cuentos, relatos y novelas los he escrito desde un Mac. Desde un Mac abrí este blog. Te echaré de menos, Steve Jobs.

martes, 4 de octubre de 2011

COMIENDO POR LA CORUÑA: EL MONO PACO ***

Foto por gentileza de "El Mono Paco"


CLASIFICACIÓN:

*****Pásate todo el mes ahorrando para ir
****  Espera a que te invite tu churri
***    No está mal, pero cocina mejor tu madre
**     Píllate algo en el kebab de debajo de casa
*       Coge fama y échate a dormir: aprende a cocinar, coño
Rúa Mercado, 4, 15001 La Coruña 

PRECIO POR PERSONA: Salmorejo, Carpaccio de buey, Tosta de jamón de guijuelo y tomate. Coulant con helado. Vino. 15 euros.



El mono Paco es una pequeña vinoteca situada a las puertas del casco viejo de La Coruña, en una zona donde predomina una clientela juvenil, y juvenil es su propuesta gastronómica, aunque no exenta de cierta sofisticación: ensaladas, tostas y bocadillos (no en el sentido literal y prosaico de la palabra) conforman el grueso de una carta que se completa con unos cuantos platos y raciones de cocina, como el solomillo ibérico, las croquetas o el pulpo a la plancha. Tiene una excelente relación calidad-precio. El carpaccio es de los mejores que he probado, a pesar de que lleva apio (lo odio, pero no se le nota). Lo conozco porque entré por casualidad un día para tomar una caña y hacer tiempo, pues cenaba en el local de al lado (ya lo reseñaré también) y llegaba un poco pronto. Me fijé en la carta y me llevé una tarjeta con intención de reservar la próxima vez. He cenado allí dos veces y me ha gustado. Me parece una opción de lo más correcta para una cena informal, en plan tapeo. Tiene una pequeña terraza para las pocas veces que las noches coruñesas invitan a disfrutar del aire libre (y para los fumadores). Además, hacen mojitos y otros cócteles bastante ricos. Si pasáis por La Coruña y queréis cenar bien y por poco precio, no olvidéis este simpático local.