LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

MORGANA

JOTAELE

AGÜELO COCINILLAS

Oficialmente, profesora

Escritora

Casada y madre de familia

Me gusta leer, escribir y el rock and roll

Toco la guitarra

Hago dameros

Me gusta Patán

Odio la política y los programas del corazón

Oficialmente, abogado

Seductor

No sabe, no contesta

Me gustan las mujeres

Toco lo que me dejan

Hago el amor

Me gusta Betty Boop

Odio a Belén Esteban y a María Antonia Iglesias

Oficialmente, jubilado

Naturalista

Viudito y disponible

Me gusta observar la naturaleza humana

Ya no toco nada

Hago disecciones

Me gusta doña Urraca

Odio la caza, la pesca y los toros.

LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

lunes, 13 de mayo de 2013

UN FINDE DE PATEO: PERDIDOS POR EL XURÉS

Me gusta Ourense por cuatro motivos básicos: porque sus pueblos están bien conservados y son respetuosos con el entorno (Allariz, Celanova, Ribadavia, por citar algunos), por sus maravillosos paisajes, por su encantadora gente y porque se come de puta madre. Todo esto lo sé porque Ourense fue mi primer destino como profesora de secundaria y viví allí un año, en el que me dediqué a hacer turismo exhaustivamente. Para los que somos gallegos de mar, es una gran desconocida porque hasta hace pocos años Ourense quedaba tan a desmano que había que poner todos los santos en novena para acercarse hasta allí, a no ser que te llevaran motivos laborales o similares. Hoy en día hay autopista directa desde La Coruña (y también AVE)  y desde Pontevedra. Teníamos un fin de semana libre y me entró así como morriña, así que convencí al señor que duerme conmigo para acercarnos hasta allí con la sana intención de hacer un poco de senderismo por el Parque Natural do Xurés, comprendido entre el sur de la provincia y el norte de Portugal, y reserva de la Biosfera por su riqueza en fauna y flora, eso por no hablar de la cantidad de ríos que lo surcan.
Pero no todo va a ser andar, así que establecimos el cuartel general en Ourense capital con la insana intención de comer bien y salir de marcha, y como es bueno no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, nada más llegar el viernes al mediodía aterrizamos para comer en uno de los restaurantes que más nos gustan de la capital: A adega do Emilio, situado junto al viejo puente románico, hoy peatonal. Nos dimos un paseo por las orillas del Miño para hacer boca, el día era fantástico (25 grados a la sombra) y las riberas del río han quedado francamente bien para caminar por ellas, e incluso para darse un baño en las Termas da Chavasqueira. A adega do Emilio ocupa las instalaciones de una antigua casa de labranza y tiene varios comedores, uno de ellos al aire libre. Todo un lujo en el centro de la ciudad. La carta es amplia y su plato estrella es la merluza, pero aunque está exquisita, si ustedes son carnívoros les aconsejo encarecidamente el solomillo de ternera, porque es pura mantequilla y tiene un sabor delicioso. Ojo, no es barato, pero la calidad de los productos es excelente y el servicio, impecable. Mejor reservar.
Para el que no quiera comer "de plato" las calles del casco histórico adyacentes a la catedral ofrecen una cantidad y variedad innumerable de tascas, bares y vinotecas para comer y/o cenar de tapas. Eso que los gallegos llamamos "ir de vinos", costumbre peligrosísima que puede acabar en franca melopea si no se tiene un poco de cuidado. La provincia tiene excelentes vinos con varias denominaciones de origen: Ribeiro, Ribeira Sacra, Godello, Valdeorras, Monterrei... el año que viví allí hice una cata exhaustiva de todos ellos (y de licor café). Total, que tras la siesta de rigor y una sesión de running por el paseo del Miño, nos dejamos caer por la zona para tapear un poco. Hacía una noche estupenda y media ciudad se había echado a las calles. Tras las tapas, un café en otro clásico de la ciudad, El Latino, y una copita en el Miudiño. Y a dormir, que al día siguiente tocaba senderismo. Lo hicimos en el hotel San Martín, que aunque fue muy bueno en sus tiempos, se está quedando obsoleto: ni siquiera tiene wifi, entre otras cosas.
Para llegar hasta el Xurés hay que coger la A-52 dirección Madrid y en una de las salidas (está perfectamente indicado) enlazar con la autovía de Celanova. Una vez allí, seguir por la N-540 en dirección a Bande. Bande, a 39 kilómetros de Ourense,  es la población donde me desburré yo como profesora y como conductora, acababa de llegar con la oposición aprobada y coche recién comprado. Esta carretera lleva directamente a Portugal y discurre a través de varios embalses, ya he dicho que es una zona cruzada por multitud de ríos, siendo los más importantes el Limia y el Cadós. Cerca de Bande hay una iglesia visigoda del siglo VII, Santa Comba, y los restos del campamento romano Aquis Querquenis, que quedan a la vista cuando las aguas del embalse de las Conchas se retiran.

A unos quince kilómetros de Bande hacia el sur, por la misma carretera, está el desvío a la población de Lobios, donde está el centro de interpretación del Parque do Xurés y donde comienzan algunas de las rutas de senderismo. Sólo en la zona gallega hay unas catorce, imagínense. Las hay para todos los gustos: cortas, largas, circulares, lineales, en bici, a caballo... Nosotros elegimos dos: la del río Mao para hacer por la mañana, unos 4 km, y la del río Caldo, unos 8 km,  para hacer por la tarde.
La ruta del río Mao transcurre pegadita a un típico río gallego, poco profundo y estrecho, con abundante vegetación, pequeñas cascadas y varios molinos en el recorrido. Bonita, pero nada que no puedas encontrar en las otras tres provincias. Es una ruta circular que no ofrece la menor dificultad.
Lo del río Caldo es harina de otro costal. Como pueden deducir, su nombre viene de que hay tramos donde el agua brota completamente caliente, ¡hirviendo!, y un listillo acotó una zona junto a lo que hoy es el balneario de Lobios para hacer una especie de piscina natural con agua mezclada y en la que hace años te podías bañar en cualquier época del año previo pago de veinte duros. El baño hoy en día es gratuito, creo. Y de allí sale la ruta, que al principio es muy fácil porque va pegada al río pero que luego se vuelve complicada porque transcurre por varias pozas y cascadas y para verlas hay que empezar a trepar monte arriba. Como cascaban unos 28 grados a las cinco de la tarde y habíamos comido copiosamente en Lobios, en El Lusitano (muy bien por cierto, y muy amables) sólo fuimos hasta la primera poza, completamente espectacular. Algún atrevido incluso se dio un baño en el agua helada.












Como pueden suponer, esas piernas no son mías. El día caluroso tentaba, cierto, pero sólo necesité meter un pie para darme cuenta de que ese baño no me estaba destinado. Tiempo habrá, aún nos quedan doce rutas por hacer. Y créanme que merece la pena.