
Necesito cambiar de móvil. Primero porque el mío ya casi no aguanta sin recargarse a diario. Segundo, porque parece de la época antediluviana, y eso que sólo tiene dos años. No tiene nada interesante, creo que el adelanto tecnológico más puntero que posee es el bluetooth. Dos años hace que lo tengo, el teléfono supongo que tiene más, fue producto de un cambio por puntos en una de las tiendas de operadores, no pienso decir en cuál. Todas son igual de mangantes. Llevo dos meses buscando un móvil decente para acogerme al plan y en todas tengo que casarme con ellas. Y yo ya estoy casada.
Para más inri, esta semana ha entrado en mi humilde hogar el pijerío más absoluto en telefonía móvil: un iphone 4. Sólo que no era para mí. La verdad es que no me ha dado mucha pelusa, me parece demasiado caro como para dejarlo olvidado en la barra del bar donde tomo el café de las once. Pero la llegada del nuevo miembro macinthero de la familia me hizo darme cuenta de lo desfasada que estoy en ese campo. La culpa: los operadores de telefonía móvil. Te tienen pillado por salva sea la parte, si quieres un móvil puntero te tienes que plegar a un plan draconiano, tarifa plana, bla, bla, bla. Así que decidí mear fuera del tiesto y buscar un móvil libre. ¿Y dónde se busca mejor? Lo han adivinado: en la red. Allá me voy a google y tecleo: "móvil con wifi". Porque sí, señores teleoperadores, si tengo wifi no quiero para nada sus putas tarifas punto G. Pero resulta que ustedes no me dan un móvil con wifi si no me hago un plan de tarifa plana que, a la larga, entre permanencia y toda la pesca, me va a salir más caro que comprarme un móvil libre.

En fin, que me voy de tema. Lo primero que me sale es una página donde venden falsificaciones de iphones (con diversos nombres, como hiphone y cosas así) a menos de cien euros. Ojiplática que me quedo... es igualito, y tan made in China como el iphone original. ¡Y el modelo 4 sólo cuesta 99.90! Les juro que estuve a un clic de comprarlo, menos mal que estaba el abuelo Cocinillas conmigo y me frenó la mano. Se me pasaron dos pensamientos por mi dura cabezota: que menudo morro tienen los de apple y la de pasta que se embolsarán cobrando lo que cobran por un móvil y lo que duraría el facsímil oriental... así que trasteé un poco por la red buscando opiniones de usuarios y me encontré lo que esperaba: el teléfono es una mierda, aunque admite dos tarjetas SIM que te eximen de contratos de por vida con movistar o similares (vaya, ya lo he dicho, qué bocachancla soy). Para ello hay que abrir la carcasa trasera e insertar las tarjetas. Si el telefonillo sobrevive a dicha maniobra, habrá que encenderlo. Es posible que no funcione. Eso si te llega en la fecha que ellos prometen, que son cuatro días, porque unos cuantos pardillos cabreados decían que habían tardado hasta dos meses en mandárselo. Hombre, China sigue estando muuuuuy lejos.
Bien, suponiendo que el gadget haya sobrevivido a la apertura de la carcasa y al encendido, lo siguiente es desbloquearlo deslizando el dedo suavemente por la pantalla, igual que el original. Sólo que el original es ultrasensible y se desbloquea a la primera, y éste en cambio hay que desbloquearlo con martillo y escoplo poco menos. Por supuesto, el interfaz es clavado al del iphone, pero en cutre. Dicen que hasta sale la manzanita de bienvenida. E imagino que de descargarse aplicaciones de itunes, nanay de la China, nunca mejor dicho.
Éste era el producto estrella, pero, no se lo pierdan: tienen una ipad falsa llamada Apad (originales, los chicos) a ciento y pico euros. E imitaciones de blackberrys y otros juguetes varios. También tienen aparatos para espiar, pero no sé muy bien en qué consisten... ni quiero. Creí que esas cosas sólo existían en la CIA y en la imaginación de Stieg Larsson, francamente.
Por ser justa, he de decir que también he leído opiniones favorables del producto, pero viendo que las calamidades las superan por goleada, qué quieren que les diga... yo me quedo con un nokia de los de toda la vida, no vaya a ser que por culpa de comprar el iphone chino acabe necesitando un sonotone, como mi abuelo Cocinillas.