CONCIERTO DE GARY MOORE. MULTIUSOS DO SAR. SANTIAGO DE COMPOSTELA ****

CLASIFICACIÓN

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¿Qué sucede cuando un guitarrista de heavy domina las pentatónicas como le sale de los huevos kinder? Que se llama Gary Moore. El concierto que ofreció ayer en el Multiusos del Sar de Santiago de Compostela fue de lo mejor que he visto en mi vida, a pesar de ser un lunes lluvioso y frío que a lo menos que invitaba era a hacerse setenta kilómetros para ver al bluesman.

Hablando de bluesman, lo era el telonero que actuó antes: él mismo, una guitarra y, cuando no, un banjo. A mí me aburrió a morir, pero los puristas estaban entusiasmados. Se llamaba Otis Taylor. Por fortuna, sólo tocó una media hora y no mal, por cierto.

El aforo estaba a algo más de la mitad de su capacidad, al fin y al cabo, era lunes. Como soy muy lista y no lo niego, fui al concierto con dos exguitarristas profesionales que me fueron explicando lo que no sabía, principalmente los cambios de guitarras, que fueron hasta seis y de todas las marcas, y el montaje del sonido en cuanto a amplificadores y tal. Un lujo.

Gary Moore, que está frisando los sesenta, presentaba nuevo disco. Ninguno nos habíamos tomado la molestia de escucharlo, aunque no hizo falta, porque el blues es blues y no hay vuelta de hoja. Hizo un despliegue total de sus dos marcas de la casa a lo largo de las dos horas de concierto: las réplicas a la guitarra de los versos que canta y los bendings distorsionados de duración infinita. Se marcó unos cuatro o cinco solos de diez o quince minutos absolutamente impecables que mosquearon al personal por su duración, alguno incluso silbó.

De lo conocido, tocó Story of the blues, If you be my baby y una increíble, inconmensurable, grandiosa y cuasiorgásmica Parissienne walkways, con la que cerró el concierto y nos dejó temblando. Su voz estaba en excelente forma en todos los registros, de lo más agudo a lo puramente cazallero. La banda acompañante hizo bien su trabajo, aunque se echó de menos algo de metal, un buen saxo bluesero siempre se agradece y brillaba por su ausencia. Hubo algún problemilla de sonido al principio que se subsanó enseguida. Para mi gusto se marcó demasiados tempos lentos, no porque no sean su fuerte, porque Gary se brujulea increíblemente en todos los tempos, pero a veces los temas se me hicieron un poco largos. El público fue agradecido y Gary simpático. ¿Quién da más? Yo, cuando me vaya a ver a AC/DC. Ay, Angus… me temo que no vas a estar a la altura, Gary voló sobre el mástil y lo dio todo, absolutamente todo. ¿Podré esperar lo mismo de ti?

Gary dándolo todo, por cortesía de San Google