LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

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MORGANA

JOTAELE

AGÜELO COCINILLAS

Oficialmente, profesora

Escritora

Casada y madre de familia

Me gusta leer, escribir y el rock and roll

Toco la guitarra

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Odio la política y los programas del corazón

Oficialmente, abogado

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No sabe, no contesta

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Toco lo que me dejan

Hago el amor

Me gusta Betty Boop

Odio a Belén Esteban y a María Antonia Iglesias

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Me gusta observar la naturaleza humana

Ya no toco nada

Hago disecciones

Me gusta doña Urraca

Odio la caza, la pesca y los toros.

LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

miércoles, 14 de octubre de 2009

PLAN ¿E?



Mi querida colega y amiga Hortensia Lago me ha tirado de las orejas por no publicar en el blog desde hace un mes y tiene toda la razón. Le dije la verdad pura y dura: estoy vaga. Tengo muchos planes en la cabeza pero no soy capaz de teclearlos: iba a hacer una reseña de restaurantes, una crítica de cine, iba a abrir dos secciones nuevas... bla, bla, bla. Me he dejado llevar por esta inercia nacional y de nacional precisamente versa el tema sobre el que hablaré hoy.

Como el mundo que me rodea me da bastante por aquel sitio, creo que he debido de ser la última persona en enterarme (en diagonal, of course) de lo que es el Plan E. Hace unos seis meses fui consciente de tan magna iniciativa porque cada vez que quería hacer una maniobra con el coche la calle estaba cortada por obras encabezadas por un cartelón enorme con el nombrecito en cuestión. Fíjense si seré pava que no me di cuenta del palito superior de la E (¿en forma de ceja enfurruñada, quizá?) y creí que la E era una T y me dio por pensar que lo que ponía era Plant y me dije a mí misma: ¿y qué coño tendrá que ver Robert Plant en esto? Durante un tiempo fantaseé con la idea de que las obras estuviesen encaminadas a poner hilo musical en las calles con los grandes éxitos de Led Zeppelin a toda caña para educar los oídos y orejas de la población. Triste de mí, no era por eso. Mi rocanrolera imaginación me había vuelto a traicionar.

La segunda vez que pensé seriamente en el tema fue cuando vi que el acceso a mi refugio montañés, situado, dicho sea de paso, en el culo del mundo, estaba interceptado por unos canalones gigantes y el cartelón de los coj... Después de medio millón de años alguien decidió que mis vecinos y yo ya estábamos preparados para tener agua de la traída en vez de pozo. Entonces y sólo entonces empecé a vislumbrar la magnitud de la tragedia que se nos venía encima y que, en mi caso, se materializó en forma de cartelón cejijunto la semana pasada en dos frentes simultáneos.

Soy una persona de vida rutinaria: del trabajo a casa y de casa al trabajo. Pues da la casualdidad de que ambos lugares lucen un hermoso cartelón cejijunto con todo su acompañamiento de taladros, polvo, decibelios y obreros. Cada día es una aventura para mí, pues nunca sé si he elegido el camino correcto para llegar a mi trabajo, puesto que parece ser que el Plan E no contempla usar señales para advertir a los conductores de cuándo a cuándo permanecerá la calle cerrada, etc, etc, etc.

Por otro lado, y muchísimo más grave por lo que a mí me toca, está el tema de mi casa: vivo en una calle que comunica con las demás por medio de un puente. Tras años y años quejándonos al ayuntamiento del estado del puente, han decidido arreglarlo, pero en vez de dejar un mínimo espacio para el tráfico de personas, han optado por cerrarlo entero y levantar ¡por sexta vez! la calzada a la que desemboca, de tal forma que para ir a la calle hay que dar un rodeo de cuarto de hora. Para ir a la farmacia, por ejemplo, hay que sortear un callejón trasero en el que crecen con alegría todas las especies herbáceas típicas de la flora gallega, abonadas con cariño por las deyecciones de todos los perros del vecindario. Aquí todavía no ha llegado la moda de la bolsita para las cacas del perro. Hace una semana hice varios recados por la calle principal y fui informada de que el faraónico Plan E se prolongará durante cuatro meses según fuentes oficiales, por lo que todos los comerciantes de la calle no apuestan por menos de diez. Todo esto me fue comunicado con diversos tonos de voz y gestos que expresaban distintos grados de crispación, pues esa calle había sido abierta por última vez hace sólo seis meses y los comerciantes están francamente hartos del tema. Menda lerenda ha optado por comprar el tabaco en el bar que le queda a cinco minutos aunque le salga más caro, que en el estanco que le queda a quince. Claro, así se financia el Plan E.

La piel de toro, señores míos, es una gran obra con cartelón cejijunto. Todas las localidades que he visitado este año tenían, cómo no, su cartelito, su valla, su hormigonera polvorienta. He empezado a fijarme, y saco las siguientes conclusiones:

-Que el plan E es polifacético, tanto afecta a la canalización del agua como a la mejora de los edificios; al alumbrado público como al mobiliario urbano. Gracias, señor presidente, por su consideración.

-Que, en vista de que no hay parto sin dolor, ni hortera sin transistor, ni localidad sin cartel cejijunto, debemos NADAR EN LA AMBULANCIA MONETARIA. ¿Quién dijo crisis? Parece ser que sobra la pasta por todos los lados ¿no?

-Si parece ser que el Plan e nació con la idea de fomentar el empleo ante lo que se nos venía encima... ¿por qué cada vez hay más gente en las listas del paro? Mi no comprender.

-¿El Plan E quién lo ejecuta? Preguntado de otra manera ¿Qué subcontratas se llenan los bolsillos con esto?

En vista de lo que me espera he optado por poner en práctica mi propio Plan E: ENCLAUSTRAME en mi casa hasta que todo esto acabe. Hortensia, querida, nos veremos mucho más en el ciberespacio a partir de ahora. Gracias por tirarme de las orejas.

2 comentarios:

  1. las obras amargan la vida a la gente. y pueden causar que una persona mayor o no mayor se rompa las narices. no sé a quién dará de comer el dichoso plan~E, pero a mí desde luego no...

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  2. ¿Y de qué van a vivir entonces los consejeros delegados, sus secretarias,los publicistas? Porque, a ver, ¿Diseñar ese cartel revolucionario ha sido fácil? Es lógico que se le haya pagado a la empresa de diseño más dinero que a Norman Foster por el Aeropuerto Internacional de Hong Kong.
    Morgana, no seas vaga, que escribes muy bien y da gusto leerte. Yo también estoy a punto de parir una ciberentrada. A ver tengo un alumbramiento feliz a final del día.
    Besos.

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