LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

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MORGANA

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LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

lunes, 4 de octubre de 2010

EL ORDEN NATURAL DE LAS COSAS, LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER Y LA BAJADA A LOS INFIERNOS

Todos y cada uno de nosotros tenemos nuestro personal e intransferible orden natural de las cosas, de nuestras cosas. A lo mejor el de Isabel Preysler se ve alterado porque su peluquero se retrasa diez minutos sobre el horario previsto (no me imagino a la Preysler yendo en persona a la peluquería) o el de Lady Gaga, porque en vez de llevar ese día plataformas de 30 centímetros le toca llevarlas de 25. El caso es que todos tenemos nuestro pequeño orden y que no nos gusta que nos lo alteren. Y, por desgracia, en este mundo variable, lo normal es que el orden cambie por motivos ajenos a nuestra voluntad. Y el grado de resistencia que tengamos a la alteración depende, en gran medida, a un férreo entrenamiento. Cuando el desorden alcanza a lo emocional, nos desmoronamos e iniciamos, como Dante, nuestra particular bajada a los infiernos.
Somos frígilis, decía el personaje del mismo nombre de la novela "La Regenta", de Leopoldo Alas Clarín. Sí, somos frágiles, empezando por lo emocional. Y créanme, el entrenamiento no sirve para nada. Nos pasamos la vida bajando a los infiernos y, aún así, no aprendemos de la vez anterior. Y no será porque la práctica no empiece en la más tierna infancia.
La primera causa de bajar al infierno en la vida de cualquier mortal con una vida "normal" suele deberse a una errónea gestión de su vida social, por ejemplo, niña de ocho años que llega llorando a casa porque "fulanita ya no quiere ser más mi amiga". Bien, eso es sólo el pistoletazo de salida. En pocos años, la visita a lo más profundo del averno se deberá al primer desengaño amoroso. Y, a medida que uno va creciendo, la lista de motivos que inician la visita por los dominios de Lucifer va aumentando alarmantemente, porque empezamos a perder a seres queridos, a ver enfermedades y desgracias, a aquel amigo de la infancia tan guapo hecho un pingajo por culpa de la droga, a tu amiga del alma arruinada sin tener dónde caerse muerta porque invirtió en un negocio que salió mal, o porque su marido la deslomaba a palizas, o a tu hijo, que hasta ayer era la viva imagen de la salud, víctima de una extraña enfermedad genética. No se preocupen, sólo estoy poniendo ejemplos, pero seguro que a alguno de ustedes le suena haber conocido un caso similar.
Y entonces, la vuelta del infierno es cada vez más difícil. La caída, cada vez desde una altura más grande. Y la estancia, cada vez más larga y penosa. "Yo ya estuve aquí antes" piensas "Debería poder salir con más facilidad". Pero en este caso, la experiencia no es un grado, sino un hándicap, porque la experiencia vivida anteriormente no te da seguridad, sólo te hunde en una espiral de pánico.
Porque, en último caso, reflexionas y te das cuenta de que el ser, realmente, es de una levedad insoportable. Nos hemos creado un mundo tan a nuestra medida, tan acorde con nuestro orden "natural" de las cosas que somos incapaces de aceptar que en una sociedad tan avanzada como la nuestra sigan existiendo las injusticias, la enfermedad, la ruina o la muerte. Porque nos parece una asquerosa paradoja que el mismo ser humano que ha sido capaz de llegar a la Luna, de inventar la red desde donde estoy escribiendo esta entrada tan pesimista, de hacer de este planeta un lugar confortable y cómodo (y sucio, injusto, egoísta), se muera. Porque nos resulta no levemente insoportable pensar que, a pesar de todo, somos frágiles y que, en el conjunto del universo, valemos menos que el espermatozoide de un piojo.
Como pueden ver, estoy en el fondo del infierno. Mientras estrecho la mano de mi viejo amigo Lucifer, sólo pienso en una cosa: lo importante es seguir respirando. Y que lo hagan los seres que queremos.



8 comentarios:

  1. Entiendo bien tu perspectiva, yo ultimamente vivo en el 5to. Infierno y no veo pa' cuando me vuelva a mudar.

    Como te lo dije antes ¡Un abrazo solidario!

    Saludos vecina.

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  2. Abrazo recibido. Te lo devuelvo muy muy fuerte. Al fin y al cabo, estamos en el mismo sitio, qué cerquita. Bss

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  3. Ayyyy que identificada me he sentido con tus pensamientos. Rediós, que yo también estoy pasando unos días en el infierno... ¿Cuantas veces habré bajado y todavía no lo entiendo? Mira que pensaba que ni a palos dejaría de ser idiota ... pero igual va a ser que no acepto el orden natural de las cosas!!! Ja Ja, al final siempre es mejor reirse.
    Sea como sea, tienes mi abrazo y lo que quieras, que somos vecinas.
    Bsts. Maite

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  4. morgana, entiendo muy bien esta entrada. a veces pienso que siempre he tenido más o menos el mismo nivel de preocupación o angustia, sólo que, a medida que ha pasado el tiempo, con mayores razones objetivas. cuando has tenido un sentido de la responsabilidad muy fuerte desde adolescente, llega un momento en que te sientes aplastado...

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  5. Ana, no sé si lo viste en Facebook, pero por si acaso, te deseo lo mismo, mucho ánimo y mucha fuerza.
    Bssss
    Cloti

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  6. Sí, Cloti. De hecho te contesté. Gracias, sé que todas estáis conmigo y lo agradezco un montón. Bss

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  7. Morgana, lo bueno que tienes tú es que te conoces bien los atajos para salir del infierno y tienes fuerza para ello, aunque ahora te falte. Aunque hace tiempo que no nos vemos, a través de la red me queda claro que sigues siendo una persona vital capaz de sortear las dificultades y coger al toro por los cuernos. No siempre es fácil, somos frágiles, efectivamente, y a veces la vida nos envía zancadillas inesperadas que nos hacen caer y que nos hacen daño. Pero también sospecho que ya te estás levantando. Ánimo y ya sabes, puedes contar conmigo para lo que sea, ...pero para lo que sea, ¡Eh!
    Besiños.

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  8. Yo empiezo por los besiños y sigo con un abrazo y un apretón muy fuerte. Morgana, tú saldrás y te levantarás y te animarás y además alegrarás a los de alrededor. Estoy segura, aunque ahora estés en el infierno, sin duda, lo superarás. Y no habrá explicación, porque no sé que pasa, pero para las cosas importantes, igual buenas que malas, no hay explicación.
    Y ahora más besicos.

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