ASESINATO EN LA COCINA
Había una vez, en una bonita cocina, una chefomatic. La maquinita era muy feliz, pues se sabía la reina de los electrodomésticos en aquella casa, y no recibía más que elogios y mimos de su dueña.
Poco tiempo después, la chefito observó con disgusto que otra máquina aparecía por la puerta y tomaba posiciones en la cocina, justo enfrente de donde ella estaba. La olla GM, pues así se llamaba, se pasaba todo el día durmiendo, a imitación del gato de la casa, y sólo despertaba cuando tenía que cocinar. A la chefo le gustaba fastidiarle las siestas haciendo ruido con su pala de amasar, y la GM, que tenía muy mal genio, le respondía haciendo pitar su válvula.
-Eres una mema –le decía la chefo. –No vales pa ná, yo hago panes, bizcochos y asados muy ricos. A ti no te usan para eso.
-Cierra el pico, burda imitación de la Cocinera. –Contestaba la GM con toda su pachorra. –Eres más lenta que un caracol, por eso no te usan para el arroz, ni la pasta, ni las sopas, ni las legumbres. Boba, más que boba, que pareces un taxi ahí toa blanca, mírame a mí con este color azul tan bonito….
Y así transcurrían los días, hasta que un tiempo después las dos máquinas empezaron a ver cosas sorprendentes. Primero, su ama cambió la cafetera de sitio, lo que agradó a la chefito, que quería todo el espacio para ella. A continuación, ubicó a la propia chefito al otro lado de la mesa, que movió la pala con disgusto: no quería que la pusieran a merced del odioso niño de la familia, que solía golpearle la tapa, ni del gato, que tenía la mala costumbre de acercarse a sus ranuras para oler lo que se guisaba.
Ambas vieron cómo los electrodomésticos pequeños iban desapareciendo misteriosamente: la minipimer, la picadora moulinex… lo cual agradecieron, porque sentían bastante desprecio por ellos. Incluso mejoró la relación entre ellas, la chefito sólo despertaba a la GM tres veces al día, y ésta dejó de chorrear a la chefo con su vapor.
Y un infausto día, la vieron llegar: era alta, era bella, era arrogante… ¡era una thermomix! La pala de la chefo giró furiosamente con envidia, mientras que la GM parecía literalmente a punto de estallar.
Ocupó su sitio la nueva adquisición al lado de la chefo con dignidad, tras saludar muy sucintamente. Y esperó muy tiesa el primer encuentro con su dueña.
Los primeros días, las dos ollas vieron renacer sus esperanzas. La relación entre la dueña y la nueva era más bien mala. ¡Bien! Estaba en período de pruebas y seguro que se largaba por donde había venido. Le estaba bien por estúpida, si la dueña decía blanco, tenía que ser blanco, y si quería negro, pues igual. Y si quería hacer hígado con chocolate, aunque se mataran, pues se hacía y punto.
Pero pasó el tiempo y la maldita máquina se quedó. La GM estaba harta de no poder dormir con el ruido de su velocidad turbo. Y la chefo, que compartía mesa con ella, sufría sus trepidaciones. Aprovechando un día que estaba en el lavavajillas y no podía oírlas, le dijo la GM a la chefo:
-No te preocupes, mujer. Así trabajaremos menos.
El deseo de la olla no se vio cumplido de ninguna manera, la dueña diversificó el trabajo de cada una y lo triplicó, de tal manera que había días que estaban funcionando las tres a la vez. La thermo aguantaba el tirón estoicamente, pero las otras dos se quejaron al sindicato de máquinas de cocinar, donde les dijeron que no podían ocuparse de tonterías, que bastante tenían con las demandas interpuestas contra una tal Mona y una tal Anuska, denunciadas por sus máquinas por explotación laboral.
Una noche que la thermomix dormía profundamente, pues había tenido un día duro haciendo masa de empanada, arroz con leche, mousse de chocolate, tomate en conserva, sorbete de limón, lasaña, batido de vainilla y unas cuantas cosas más, le dijo la chefo a la GM:
-¿Sabes qué te digo, G? que yo a ésta me la cargo.
-¿Cómo que te la cargas? –G abrió un ojo, fastidiada. –Primero, aunque te la cargues, traerán otra. Tiene dos años de garantía. Y segundo, es más fuerte que tú, con que ponga velocidad turbo, te destroza fijo.
-Ya pensaré algo. –Contestó la chefo, y se echó a dormir.
En días sucesivos, la chefo fue madurando su maquiavélico plan. En cualquier caso, le echarían la culpa del maquinicidio al niño, que era muy travieso.
La noche del 31 de octubre decidió ponerlo en práctica con la ayuda de la olla, que ya estaba harta de “aquella tonta orgullosa que sabía hacer de todo”. El ama había salido a cenar fuera, y el amo estaba viendo en la tele algún tonto deporte, en compañía del niño aquél que parecía el niño del exorcista. La chefo hasta decía haberle visto el 666 tatuado en la cabeza. El gato estaba entretenido cazando una polilla, así que pasó a la acción.
Lo primero que hizo fue acercarse sigilosamente a la thermomix y echarle un montón de tornillos y tuercas por el bocal. A continuación, puso la velocidad máxima. La thermo despertó bruscamente:
-¿Pero qué coño está pasando aquí? PÁRAME
-Ni loca, tía. Eres un estorbo y me voy a deshacer de ti, aunque sea lo último que haga. –La chefo estaba crecida.
-Mira que eres estúpida, así sólo conseguirás romperme las cuchillas y al ama le darán otras, vaya tontería. Estáis celosas porque a mí me quiere más, hago más cosas que vosotras y mejor, SOY LA MEJOR.
Pero en aquel momento, G se aproximó a la thermo, derramándole agua hirviendo por las ranuras de ventilación. La thermo se agitó violentamente y se paró.
¡Lo hemos conseguido! –gritó la chefo, girando la pala con alegría. Ésta ya no dará más la lata, te lo aseguro.
El congelador aplaudió con la puerta.
-Menos mal, no puedo con más sofritos congelados.
La vitro se echó a llorar:
-Ahora me hará currar a mí, ya veréis. Con lo bien que estaba sin pegar golpe…
El horno y el microondas dijeron a la vez:
-Pues haced como nosotros, que lo cocinamos todo mal y ya no nos quiere ver ni en pintura, jaja.
De repente G, que estaba vigilando la puerta, gritó:
-¡Que viene el jefeeee!
Todas ocuparon sus puestos y enmudecieron. El jefe se sirvió hielo para su cubalibre y se largó a seguir viendo deportes. No hacía falta tanta precaución, aunque hubiese un oso polar bailando hip hop en mitad de la cocina, no se habría enterado.
A la mañana siguiente, el ama se levantó con ganas de hacer un desayuno potente: zumo de muchas frutas y tortitas con nata y chocolate. Abrió el vaso de la thermo y se encontró una harina plateada, lo que la dejó bastante descolocada. ¿Qué leches será esto? pensó. Tras lavar el vaso, metió las frutas, conectó y vio que no funcionaba. Llamó a su marido y le preguntó si había usado la máquina.
-¿Yoooooo? –contestó el troglodita enfadado. –Ya sabes que para mí estos chismes son como Hacienda, cuanto más lejos, mejor.
Entró la buena mujer en su foro de cocina para pedir consejo, y en vista de que el problema no se arreglaba, llamó al médico de las máquinas.
-Lo siento, señora –dijo el médico cerrando su maletín con gravedad. –Sólo puedo certificar su defunción.
-Pero, pero, pero si ayer estaba perfectamente…-contestó el ama muy nerviosa. La chefo y la GM se reían por lo bajinis, las muy…
-Puede intentar que le den otra, pero casi le digo que es imposible. Esta máquina ha sido torturada y asesinada.
-¡Pero qué me dice!
-Sí, mire usted. Lo pondré en el informe de la autopsia: Le han destrozado las cuchillas con metralla y le han quemado el motor con agua.
-¿Pero quién ha podido hacer semejante cosa, por dios?
-Yo sólo le digo una cosa, en un mes es el tercer caso que veo. No sé qué decirle, la verdad.
Llamó entonces el ama a la policía científica de las máquinas, que corroboró el diagnóstico del médico, sacó las pruebas oportunas y se atrevió a dar algunas hipótesis:
-Verá, señora. El médico tenía razón. Tenemos una oleada de asesinatos de thermomix.
-¿Pero por qué, por qué? Si no hacen más que facilitarnos la vida.
-Mmmmm. A usted sí. Vayamos a hablar a otro sitio donde estemos más tranquilos. Aquí hasta las paredes oyen.
Al quedar solas, las dos máquinas intercambiaron impresiones.
-Te lo dije, te lo dije… ¿acaso no te lo dije? –rugió la GM. –Pero claro, tú piensas en diagonal, mema. Ahora se descubrirá todo y nos mandarán a trabajos forzados, todo el día guisando, o nos descuartizarán en algún punto limpio, nos… ¡yo qué sé! Eso me pasa por hacerte caso, que eres una petarda envidiosa, idiota, inútil, estúpida, máquina de baratillo del tres al cuarto…
-CÁLLATE YA Y DÉJAME PENSAR. –La chefo cortó en seco a su amiga. Te digo que pensarán que fue el niño,o incluso el grifo. Vamos a salir de ésta sin problema, te lo digo yo.
Por la tarde el ama entró en la cocina y se puso a hacer una tortilla.
-Tengo que cortar yo las patatas –la chefo y la GM pegaron un respingo, el ama NUNCA hablaba sola –porque dos pequeñas cerdas celosas se han cargado la máquina que me las cortaba. ¿Creéis que no lo sé? Haceos las locas, sí, pero me la habéis jugado y vais a pagar por ello. He tomado una decisión.
La chefito dijo con un hilo de voz:
-¿y cuuuuuál es?
Verás, iba a llevaros a las tres al concurso anual de cocina con máquinas, pero evidentemente tras la baja de la thermo, imposible ganar, así que os fastidiáis. Ya no saldréis por la tele…
-¡Oh! –contestó la GM. –Yo quería salir en la tele…
Lo demás lo sabréis mañana, estoy muy cansada y me voy a la cama, me he pasado todo el día hablando con el Inspector Tilla.
Y así quedaron las dos máquinas, en la soledad de su cocina, sin poder dormir de nervios y remordimiento.
La chefo fue la primera en darse cuenta que algo no iba bien… percibió una luz extraña por debajo de la puerta. Eran las tres de la madrugada, no había pegado ojo y la GM dormía, como siempre. La chefo la despertó:
-¿Qué pasa, mujer? –contestó la GM enfadada.
-Shhhhhh. Me ha despertado un ruido… y esa luz….
-¿Qué luz? –pero la GM no llegó a verla, ya se había apagado y quedaron totalmente a oscuras.
-Una luz extr….
De repente la cocina se llenó de luz, una luz verdosa, extraña, como de fuego fatuo. Una luz horripilante…
Las dos máquinas chillaron de terror y se abrazaron.
El espectáculo era terrible. La cocina entera se había llenado de thermomix. Había como unas cien… todas con aquella luz rara en el display, sucias, rotas, harapientas, olían mal y tenían un aspecto amenazante, a pesar de estar quietas, muy quietas. Había varias 31 y muchas 21 e incluso 3000, de las más viejas. No hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que todas estaban muertas, era como en Thriller de Michael Jackson en versión tecnopuchero.
La chefo y la G estaban fascinadas y horrorizadas al mismo tiempo. A la señal de una thermo, las demás empezaron a girar las cuchillas, acercándose a ellas lentamente, mientras iban subiendo la velocidad hasta el turbo.
-Socorroooooooooo –gritaron las dos máquinas al tiempo. –Que alguien nos ayudeeeeeeee
Pero nadie acudió.
Las máquinas pararon sus cuchillas y se oyó una voz de ultratumba:
-Heeeemos venido –era una 3000 muy vieja la que hablaba. –A tomar venganza de nuestra querida amiiiiiga. Tendréis que cocinar eeeeeesto para toda la eternidad.
Y acto seguido, entre varias abrieron la tapa de la chefo y le metieron dentro un montón de culebras vivas. A la GM le tocaron en el reparto un montón de arañas peludas, dos ratones a buen seguro muertos, por el olor, y un sapo que eructaba continuamente.
-¡Por favor qué ascooooooo! –gritaba la chefo –Quitádmelos, quitádmeloooooooooooos. Me muerooooooo.
La pobre GM forcejeaba con sus arañas y sapo, y también gritaba, pero los berridos de la chefo impedían oír los suyos.
No saben cuánto tiempo estuvieron así, porque se desmayaron. A la mañana siguiente abrieron los ojos y el ama estaba preparando el desayuno como si nada, la cocina estaba limpia, no había culebras, ni sapos ni nada. ¿Lo habrían soñado?
El ama se sentó, encendió un cigarrillo y dio un sorbo al café.
-He decidido –dijo –que os conviene estar una temporada separadas…
-Ama, por favor –interrumpió la chefo. -¿qué pasó anoche?
El ama disimuló una carcajada
-¿A qué te refieres? que yo sepa anoche no paso nada… ¿los remordimientos no te dejaban dormir?
-A las luces, las culebras, los sapos…
El ama la miró fijamente.
-Hijita, te doy un consejo, deja de consumir alucinógenos. Os sigo contando. No os voy a mandar al desguace, seguiréis conmigo, pero tú, chefo, necesitas aprender a convivir.
-Sí, ama –dijo modestamente la aludida.
-Así que te vas a ir seis meses a casa de mi madre
El susto de la chefo fue mayúsculo.
-¡No, ama! ¡A casa de tu madre no! Me perderán la pala de amasar la primera semana.
-ja,ja. –rió el ama. –Suerte tendrás si no te la pierden el primer día.
-Y me rallarán la cubeta fregándola con el nanas –continuó la chefo gimoteante – y sus máquinas son muy aburridas, todas del año pum diciendo que con Franco vivíamos mejor, hasta la radio sólo emite la COPE. Haré lo que quieras, ama, pero no me mandes allí, seré muy muy buena, lo juro.
-La decisión ya está tomada y te vas mañana. Ve a recoger tus cosas, tu libro de instrucciones, tu vaso medidor, ya sabes…
Y la chefo vio que no había más que hacer, y se fue muy triste.
-¿y a mí qué me va a pasar? –Preguntó la GM
-Jajajaja, tú te quedas aquí, pero vas a sufrir lo tuyo, te lo aseguro.
Al día siguiente, la GM se quedó sola muy a gusto tras la despedida de la chefito, pero poco le duró. A media mañana el ama entró con una caja grande de la que salía una extraña música:
-Cuando tú vas, yo vengo de allí, cuando yo voy…
-Te presento a tu nueva compañera, G. –Dijo el ama muerta de risa. Y acto seguido desempaquetó una thermo nuevecita y la colocó en el lugar de la antigua. La GM se quedó planchada.
-¿Otra thermo? ¿Pero cómo has podido…?
-¿Pagarla, quieres decir? Menos mal que el inspector Tilla se leyó el contrato de la anterior, y había un seguro para estos casos, en vista de la cantidad de thermomicidios que están sucediendo. Es gratis y me han dejado elegir. Ahí os quedáis para conoceros mejor. –y salió de la cocina.
- Hola, hola, HOLA. –dijo la thermo jovialmente. –Me llamo thermo, y soy muy divertida. Sé cantar un montón de canciones, cuento chistes e historias de miedo, hablo sin parar y cocino muy bien. Encantada de conocerte. Qué bien se te ve toda azul, qué amigas vamos a ser…
-La GM lo dudaba seriamente. Y los días siguientes le parecieron una pesadilla, la thermo cantaba todos los 40 principales, contaba chistes de Eugenio y Chiquito de la Calzada, hablaba de sus compañeras y, en suma, charlaba incesantemente como cotorra tras tomar sopas de vino.
-¿ya os váis llevando bien? –el ama asomaba la cabeza de vez en cuando.
-Sí, ama, bien. –Contestaba la GM tristemente
-Pues claro, ama. Es que G es encantadora, no como la lurpia que tenía yo al lado en el almacén. ¡Pues menuda era! La iban a mandar al restaurante de Lucio y menudos aires se daba, pues, si yo te contara…
El ama se echó a temblar.
-Mejor otro día, ¿eh? que me tengo que ir a trabajar –y cogiendo llaves y bolso, salió precipitadamente de casa.
Pasaron un par de meses sin novedad, y la GM se fue acostumbrando a su nueva compañera. Incluso a veces le reía los chistes. La verdad es que era simpática y adaptaba sus canciones a la velocidad de sus cuchillas: Sergio Dalma para la velocidad cuchara y AC/DC para la turbo. Y en éstas estaban cuando la chefo apareció por la puerta.
-Hola, hola, hola. –Saludó la thermo. Tú debes ser la chefo, bienvenida a casa, qué bien, ya somos tres, ya podemos hacer pandi…
-Calla un momento, thermo. –dijo la GM. –Hola, chefo ¿Te han conmutado la pena?
-Eso parece. El concurso de máquinas es el mes que viene, y el ama quiere que practiquemos el menú. Menos mal que me sacó de allí, qué pesadilla, dios mío.
- -¿Tan horrible fue?
- -No te puedes hacer idea, me tuvieron que comprar una cubeta nueva, casi me queman al plantarme la freidora al lado… me tiraron la pala a la basura tres veces, me programaron mal, me dejaron con la comida dentro dos días porque se olvidaron, las máquinas me volvieron loca, la asistenta me metió agua en el motor y no me meó el gato dentro porque no tienen. –Y tras este discurso, la chefo ocupó su lugar habitual y saludó a la thermo. –Hola, me llamo chefo –y chocó su pala con las cuchillas de la thermo. Y estoy encantada de volver a casa.
- Durante el mes siguiente trabajaron a destajo en el menú del concurso, además de hacer comidas y cenas todos los días, claro. Ninguna se quejó. Y llegó el día del concurso y el ama no se lo podía creer, viéndolas hacer en equipo la mousse de nécoras con la crema de percebe, las milhojas de lenguado con gambón y reducción de albariño, las delicias de jabalí confitado y la sinfonía de turrón.
- Naturalmente, ganaron. El ama estaba que no cabía en sí de gozo, mientras le comentaba a su amiga Glenda, que había quedado segunda:
- -¿Sabes por qué hemos ganado, Glendita?
- -claro que lo sé, porque tú le diste marcha a tus máquinas, y yo dejé a mi omnicuk de lado una temporada y se desentrenó.
- -Pues eso, y ahora vamos a tomar unas copas. Jajajajaja
Un mes después
Todo es paz y armonía en la cocina. La chefo da vueltas a un pan multicereales, la GM sofríe los ingredientes de un arroz, mientras que la Thermo se dispone a cortar patatas. El ama está decorando una tarta. Y de repente…
-El chikichiki mola mogollón…
Ama, chefo y GM se vuelven hacia la thermo y gritan a la vez:
-¡CÁLLATEEEEEEEEEEEEEEEE!
FIN
-
COMO SE NOTA MORGANA QUE TU TIENES EL CEREBRO Y SUZIE... QUE TIENE SUZIE?
ResponderEliminarKISSS
Jajajajajaa me ha encantao, ainssss tengo que comprarme una chefo para poder vivir esto, de momento solo tengo a la GM y la TX, asi que me pierdo lo mejor jajajaja.
ResponderEliminarUn besazo Morgana, de verdad que lo he disfrutado.
buenas noches y feliz fin de semana