Hace muchos años que vengo diciendo que el día de Navidad que más me gusta es el 7 de enero, por dos motivos: se acabó la fiesta jolgorio y empiezan las rebajas. Millones de mujeres no tienen la menor pereza para levantarse de la cama ese día, tras el trote navideño, si lo que les espera es lanzarse como fieras a conseguir la ganga de su vida, la compra perfecta, la oferta soñada.
Porque no todo el mundo está capacitado para ir de rebajas “ad hoc”. Ir de rebajas exige un protocolo y un entrenamiento férreo, digno del mejor atleta, que sólo se consigue tras años de duro trabajo y no pocos sinsabores. Yo soy una experta, medalla de oro, vamos. Y eso que ya no voy a las rebajas el día 7 porque no lo soporto, pero en mis buenos tiempos… ah, qué gran rebajista fui en su día, dios mío.
Para practicar el rebajismo como debe ser, lo primero que hay que hacer es establecerse un presupuesto, como jamás nos ceñiremos a él, habrá que tener en cuenta que le sumaremos cien euros. Por ejemplo, si tenemos pensado gastar cien euros, en realidad gastaremos doscientos. Mejor no empezar por mentirnos a nosotros mismos ¿no?
Segundo, una vez establecido el presupuesto (sin los cien euros) habrá que ir los días anteriores al gran saldo a elegir los artículos que queramos adquirir. De lo cual se deduce que los otros cien euros a mayores serán empleados en la compra de caprichos y chorradas varias que se nos antojen a mayores.
Tercero, y enlazando con lo anterior, los artículos textiles que queramos adquirir deberán ir probados con la debida anticipación, porque las colas para probar son la pera limonera; eso y encontrar la prenda que nos gustaba, porque en sitios de verdadera selva rebajil, como Zara y similares, tal asunto puede ocuparnos toda la mañana.
¿Qué no llevar? Muchas cosas: no llevar móvil, así nadie nos dará el coñazo mientras compramos, probamos y/o pagamos. No llevar al novio, marido o similar. No hay cosa más tristemente ridícula que un puñado de trogloditas con cara de aburrimiento a la puerta de la tienda, mirando el reloj, mirándose unos a otros, mirando dentro a ver si vuelve la parienta… Los pobres son tan torpes que ni siquiera son capaces de hacer pandi mientras esperan, imaginaos la situación a la inversa: veinte tías esperando a su marido en la puerta de un comercio, apuesto la cabeza a que en media hora se están tomando un café juntas.
No beber ni antes ni durante el rebajismo. Las ganas de mear pueden echar por tierra el mejor planning de compras. Ya beberás después. No salir ni parar a fumar. Mientras disfrutas el cigarrillo alguien se estará llevando el abrigo de Mango que estabas esperando desde octubre.
¿Qué llevar? Aparte del DNI y las tarjetas, of course, ropa cómoda que permita probar por encima. Si vas hecha una mierda, mala suerte, ya irás divina de la muerte mañana, con tu ropa nueva de las rebajas. Lo mejor, camiseta y leggins; y bailarinas en los pies, que se quitan y ponen rápido. Si eres corta de vista, las gafas; hoy no es el día para dejarlas en casa e ir guiñando los ojos y haciendo oposiciones a las arrugas de entrecejo por presumir. Cuatro ojos ven más que dos, mucho más. También puedes llevar un mp3 para la espera de la cola, preferentemente con cuentacuentos. Nunca he entendido por qué clase de recochineo además de pagar hay que hacer cola para ello.
Que gane el mejor.
jajaja Lo has descrito de manera espectacular y lo de los tios en la puerta jajaj es cierto
ResponderEliminarYo no soy muy buena en las rebajas, por lo cual procuro ir en dias y horas que no hay mucha gente, asi es mas facil
Un besazo
me encanta!!!!jajajaja mejor no se pueden describir todas la acciones a realizar para tener un día de rebajs perfecto.
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