LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

MORGANA

JOTAELE

AGÜELO COCINILLAS

Oficialmente, profesora

Escritora

Casada y madre de familia

Me gusta leer, escribir y el rock and roll

Toco la guitarra

Hago dameros

Me gusta Patán

Odio la política y los programas del corazón

Oficialmente, abogado

Seductor

No sabe, no contesta

Me gustan las mujeres

Toco lo que me dejan

Hago el amor

Me gusta Betty Boop

Odio a Belén Esteban y a María Antonia Iglesias

Oficialmente, jubilado

Naturalista

Viudito y disponible

Me gusta observar la naturaleza humana

Ya no toco nada

Hago disecciones

Me gusta doña Urraca

Odio la caza, la pesca y los toros.

LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

lunes, 28 de febrero de 2011

LA SUPINA ESTUPIDEZ DE LA LEY ANTITABACO

Nunca me ha gustado fumar. Ni de joven. Lo intenté, por supuesto, pero tras varias veces en las que pensé morir asfixiado y otras cuantas que vomité como consecuencia del mareo, decidí que aquello del cilindro nicotínico no era para mí. Lo hago muy excepcionalmente, pero no me gusta. Y, para ser franco, tampoco me apasiona que lo hagan a mi alrededor. De hecho por fin he conseguido que mi mujer habilite un rincón del fumador en casa y ya no tengo que tragarme sus malos humos en lo que a tabaco se refiere, que en lo que atañe a otras cosas la cruz que llevo la conozco sólo yo. En resumen: estoy contento con la ley antitabaco. Puntalización: estoy contento porque ya no trago malos humos tabaquiles. Estoy muy descontento por otras cosas que paso a detallar a continuación:
Parece ser que la ley antitabaco se ha convertido en el equivalente de la ley "Tenga a su niño en la calle hasta las tantas aunque se esté cayendo de sueño". Ahora que los locales no son un lugar apestoso para los tiernos pulmones de los infantes, algunos padres creen que se ha abierto la veda para llevárselos a todos los lados. Uno ya no puede cenar tranquilamente en cualquier sitio (sin humo) sin que lo incordien continuamente chillidos, carreras y lloriqueos varios de criaturas que hace mucho rato que deberían estar en la cama. Incluso el otro día me cayó en la cabeza un proyectil en forma de bola de servilleta de papel ¡usada! que, evidentemente, no me estaba destinado. He de decir que tanto me molestan los malos humos como la mala educación.
Esa misma noche coincidí con la criatura y sus supuestos padres en el mismo café. Los papás estaban con otros papás con sus criaturas ocupando un considerable espacio del local. Mientras los progenitores bebían como cosacos riéndose a carcajadas, sus retoños, ya completamente inofensivos, dormitaban sobre incomodísimas sillas retorciendo sus cuerpecillos en un vano intento de coger una postura cómoda. Y yo me pregunto ¿tener a un crío de dos, tres, cuatro años por ahí hasta las dos de la mañana no está penado por la ley? ¿No se considera maltrato infantil? Les recuerdo que la privación del sueño es uno de los métodos de tortura más antiguos y más efectivos que existen. Pregunten en Guantánamo si no...
Más estupideces: un espectador del musical "Hair" sale furibundo del teatro y, acto seguido, denuncia al responsable del espectáculo porque en él los actores se fuman un cigarrillo de hierbas (completamente inofensivo bajo el punto de vista psicotrópico) porque así lo requiere el guión. La obra transcurre en la época hippy, donde lo normal era ir fumado como una mona. Claro, el hombre quizá preferiría que saliesen los actores con un palillo entre los dientes, al más puro estilo Paco Martínez Soria. Pero si las actrices salieran enseñando las tetas (con perdón) porque así lo exigía el guión seguro que no protestaba, aunque esas mismas chicas acompañasen su desnudo con un canuto tamaño XXL.
Otro ejemplo de gilipollez: un amigo mío el otro día estaba en un bar viendo el fútbol tirando compulsivamente de pitillo electrónico (vapor de agua) cuando un señor le conminó a apagarlo, diciendo que le molestaba el olor. Mi amigo se negó en redondo y hasta no sé si algo le soltó sobre que a él también le molestaba el olor de su sobaco y no decía nada. Parece ser que a los no fumadores talibanes lo que les revienta es ver al fumador disfrutando enormemente con su placebo, da igual que sea tabaco o agua de Carabaña en forma de humo. Quizá en el fondo envidiamos profundamente a aquel que, como en un ritual sagrado, aspira profundamente una calada, deja el humo unos instantes en los pulmones y lo expira con expresión de absoluto placer. Quizá nos fastidia porque los no fumadores, sólo de pensar en intentarlo, empezaríamos a ver enanos verdes y a vomitar por doquier.
Para terminar de exponerles ejemplos de este mundo que ya no entiendo, les contaré lo que leí el otro día en un artículo de Carlos Herrera: un señor en Sevilla estaba fumando en la calle cuando una anciana se le acercó y lo conminó a apagar el cigarrillo, diciendo que le molestaba. Y el hombre, calculo que con grandes dosis de gracejo andaluz, le contestó: "Señora, si le molesta, métase en un bar".
He de irme. Me han dejado solo en la oficina y me aburro. Es que todos se han ido a la calle a fumar. Hasta la próxima.

jueves, 24 de febrero de 2011

La noche de bodas

Cuando hace más o menos un año publiqué en Bubok "El triángulo invertido", chorrada de corte erótico donde las haya, expliqué que había dejado aparcado otro proyecto que retomaría en el momento oportuno. Bien, el momento ha llegado y el proyecto, hoy ya realidad, es un cuento titulado "La noche de bodas"

Me gusta ir investigando géneros que a priori no parecen tener nada que ver conmigo (lo próximo, probablemente, la ciencia-ficción), así que cuando me propuse escribir algo de corte erótico sin tener la menor inspiración tuve que rebobinar en mi cabeza a ver si convocaba alguna musa. Vinieron dos: la primera, Ava Gadner. Leí sus memorias hace muchos años y el relato que hace en ellas de su noche de bodas con Mickey Rooney es muy interesante. ¿Sabían ustedes que el "animal más bello del mundo" era virgen? Sorpresas te da la vida.
La segunda fue un fragmento de la obra de Miguel Delibes "Cinco horas con Mario", que incluyo a modo de cita en el propio relato. ¿Cómo es posible que Carmen Sotillo no supiera nada, absolutamente nada de lo que sucedía después de que les echaran las bendiciones? Conjugué ambas fuentes de inspiración y me lancé a escribir. He seguido una estructura semilineal, en que la acción a tiempo real, es decir, la famosa noche de bodas, se mezcla con el flashback que explica cómo llegó esa pareja a la situación en la que se halla esa noche. Espacio y tiempo están elegidos acordes con el hilo conductor de la historia: Lugo en la posguerra. Los protagonistas, también: chica provinciana e ingenua, novio madrileño curtido en mil batallas. Para aderezar, cada capítulo comienza con una cita sobre noches de boda de novelas más o menos conocidas. Pues nada, disfruten con la historia de amor de Armando y Mili porque, al fin y al cabo, en eso se ha convertido. ¡Qué le voy a hacer yo si me encariño con los personajes...!

Descarga directa y gratuita en http://www.safecreative.org/work/1102248569277
Safe Creative #1102248569277
Imagen de la entrada: http://nimphae.com/

lunes, 21 de febrero de 2011

"PERDONA SI TE LLAMO AMOR": TREMENDO BODRIO *



Clasificación:
***** ¿Qué haces ahí sentado? Corre a comprarlo.
**** Cómpralo, pero no tengas tanta prisa, puedes ir mañana.
*** Pídelo prestado y olvídate de devolverlo.
** Intenta conseguirlo de segunda mano.
* El crucigrama del periódico te está esperando.
Ayer estaba viendo por la televisión la estupenda película "La fiera de mi niña" cuando un recuerdo insidioso, maldito, desagradable se filtró en mi cerebro y me impidió disfrutar del film como se merecía. No sé si habrán visto la película: chica de la alta sociedad neoyorquina, frívola y metomentodo, mete en un lío monumental a un pobre paleontólogo con sus caprichos y estupideces. Trasladen este argumento a la Roma del siglo XXI y tenemos el espantoso argumento de "Perdona si te llamo amor": perfectísima y guapísima adolescente italiana se encapricha de un inteligentísimo y treinteañero publicista recién separado de su novia. Para conseguirlo recurre a los métodos más peregrinos y ridículos que pensarse puedan. ¿Que si me gustó? Muchisísimo. Paso a desvelar sus claves:
Primero, el argumento es un horror por lo tonto y poco creíble. Señores: las adolescentes de melena rubia y largas piernas no suelen colarse por tipos de treinta años con los que tropiezan en la moto, al menos en el mundo real. Chicas: no me cabe la menor duda de que la gran mayoría de los treinteañeros estarían deseosos de vivir una historia así... un par de noches a lo sumo, o de forma secreta para ocultárselo a la parienta.

Segundo: a los personajes es para darles de hostias (con perdón) hasta sacarles la poca masa encefálica que tienen. La niña (Nikki), es insoportable. El publicista (Alessandro), un calzonazos. A ambos les rodea su propio microuniverso de amigos y en algún momento llegan a interactuar. Olly, la ninfómana amiga de la protagonista, tiene un correlato en Paolo, un Berlusconi en potencia amigo del publicista. Es decir: personajes mal trazados, poco creíbles, pacatos e hiperbólicos. Qué suerte, Nikki es la más afortunada entre sus amigas, la más guapa, la más deseada. No es la más estudiosa porque quizá Moccia pensó que YA era demasiado. Y Alessandro... oh, el único con una vida verdaderamente envidiable entre su pandilla de aburridos amigos casados, con un trabajo fantástico, una casa fantástica, un coche fantástico. Lo que me lleva a:

Tercero: fantasía sin límites. La niña es tan, tan, pero taaaan perfecta que consigue que él, que prepara una campaña publicitaria con la que casi se juega el puesto de trabajo, se inspire en ella viéndola dormir y arrase al presentar la idea a sus jefes. Of course ella, que es taaan perfectísimaaaaa, es la modelo que protagoniza la campaña. Y aquí paz y después gloria. Y unos cuantos polvos por el medio (nuevamente, con perdón). Claro, las adolescentes fliparán con las cursilísimas escenas de sexo que se describen en la novela... o no. Afortunadamente, hoy en día están de vuelta de todo e incluso a ellas este libro les parece una moñada.

Cuarto: ¿Técnicas narrativas? ¿Dónde? Ah, sí... hay un momento en que no se sabe muy bien quién encuentra qué para dárselo a quién y el equívoco parece prometer algo... pero no da nada. Por lo demás, una estructura lineal de planteamiento-nudo-desenlace. Punto pelota. Alguna acción paralela, alguna reflexión de los personajes... con algo había que rellenar, son casi 700 páginas de melosa y pegajosa moñería.

Quinto y reflexión final: me queda el consuelo de que quizás, viendo cómo está la cosa, algunos lleguemos algún día a publicar. Sé que he desvelado parte de la interesantísima trama pero también sé que como ustedes suelen hacerme caso, cogerán el crucigrama o leerán otra cosa más productiva. Un saludo.

lunes, 7 de febrero de 2011

GARY MOORE: IN MEMORIAM




Hace dos años tuve el placer de ver a Gary Moore en directo. Un maldito lunes. Lluvioso, aún encima. En un sitio famoso por su espantosa acústica, por si fuera poco. Afortunadamente fuimos pocos los elegidos y sonó como los ángeles. Hoy me alegro en el alma de haber visto en directo por primera y última vez al bluesman, otrora heavymetalero. Ya no habrá ocasión de hacerlo: ayer me quedé tan fría como su cuerpo cuando recibí la noticia de su repentina muerte. Cincuenta y ocho años, tampoco era tan mayor, coño. Keith Richards lleva media vida haciendo oposiciones al traje de pino y ahí sigue.
Había esperado quince años para el encuentro. Pudo ir a La Coruña en 1993, pero una inoportuna faringitis lo impidió. Y durante todo ese tiempo estuve rumiando por lo que podía haber sido y no fue. Afortunadamente, al final me pude resarcir de tan larga espera y mereció la pena, ya lo creo que la mereció. Y pensando ahora que no habrá más veces, no puedo por menos que regocijarme de haber asistido al único concierto que ha dado en Galicia en su vida. Afortunadamente, nos quedan sus discos. Qué suerte tienen los de allá arriba, ya estarán disfrutando de sus bendings.