LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

MORGANA

JOTAELE

AGÜELO COCINILLAS

Oficialmente, profesora

Escritora

Casada y madre de familia

Me gusta leer, escribir y el rock and roll

Toco la guitarra

Hago dameros

Me gusta Patán

Odio la política y los programas del corazón

Oficialmente, abogado

Seductor

No sabe, no contesta

Me gustan las mujeres

Toco lo que me dejan

Hago el amor

Me gusta Betty Boop

Odio a Belén Esteban y a María Antonia Iglesias

Oficialmente, jubilado

Naturalista

Viudito y disponible

Me gusta observar la naturaleza humana

Ya no toco nada

Hago disecciones

Me gusta doña Urraca

Odio la caza, la pesca y los toros.

LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

domingo, 27 de mayo de 2012

UN PASEO POR AVEIRO, LA VENECIA PORTUGUESA

todas las fotos son propiedad de Fata Morgana

Qué ganas tenía de hacer una entrada de escapada de finde. Estaba esperando para una que mereciera realmente la pena, cosa que ha sucedido este fin de semana que he estado en Aveiro, la llamada Venecia portuguesa por la multitud de canales que la rodean y cruzan y que le dan un encanto especial, indudablemente.
Tres son los ríos que desembocan en la ría de Aveiro: Vouga, Antua y Boco. Dicen que es la ría más bonita de Portugal y no lo pongo en duda. Los numerosos canales pueden surcarse en unas góndolas motorizadas decoradas con dibujos cuando menos "peculiares". Juzguen ustedes mismos:

Ojo con las autovías de peaje, por cierto. Están muy mal señalizadas y es facilísimo meterse en ellas sin enterarse. Ya saben que sólo se pueden pagar con un dispositivo electrónico especial y si no pagas, pues te cae un paquete del copón.



Pero no sólo los canales tienen encanto en esta pequeña ciudad de poco más de 60000 habitantes. También hay que destacar numerosos edificios de la arquitectura civil y religiosa, algunos modernistas:





Aveiro en sí no tiene playa, pero sí sus alrededores. la más cercana es la playa de Barra, con su faro. Es una playa brava y peligrosa, pero de gran belleza, como casi todas las portuguesas




Y, por supuesto, hay que destacar Costa Nova, famosa por sus casas a rayas marineras, llamadas "palheiros", son de lo más pintoresco y bonito que hay





En cuanto a la oferta en restauración, pues los españoles estamos de enhorabuena: comer es bastante más barato que en España (beber, no) y además en los locales nocturnos se puede fumar, pues la ley deja que el dueño del local decida. En Aveiro todo se cuece alrededor de A Praça do Peixe, donde está situado el mercado del mismo nombre en un edificio modernista de hierro forjado. Casi todos los restaurantes y bares de copas están allí. Y créanme, hay marcha para aburrir. De hecho, es la ciudad de Portugal donde más movida nocturna me he encontrado. Nosotros probamos dos restaurantes, los dos en esa plaza: o Telheiro y o Mercado do peixe. En fin, para mí la restauración no es la especialidad de Portugal, precisamente, lo siento mucho. No comimos mal porque la materia prima era excelente, pero dejan mucho que desear en la presentación de los platos, guarniciones, etc. O Telheiro es de comida tradicional portuguesa y o Mercado do peixe está considerado más audaz, pero en España estaría calificado también como tradicional. La comida, lo de siempre: bacalao, arroz de marisco, etc. En lo que está mejorando Portugal muchísimo es en sus vinos, tanto en los blancos como en los tintos. Y son bastante más baratos que en España, por cierto. No así el alcohol de alta graduación. Llegaron a cobrarnos seis euros por un gin tonic.


Éste es el bar Toc' aqui, completamente inofensivo a la luz del sol. En cuanto cae la noche, la cosa cambia. Es animadísimo y ponen sobre todo rock de los 80 y 90.
El Caffe da Praça, todo un clásico en Aveiro. Se puede cenar también. Es famoso por sus caipiriñas.


Un DJ espontáneo que nos dio una sesión en plena Praça do Peixe.

En fin, cuarenta y ocho horas muy bien aprovechadas. Hasta la próxima, amigos.









martes, 1 de mayo de 2012

DESMONTANDO LA OPERACIÓN BIKINI

imagen cortesía de taringa.net
No, no voy a hablar del día del trabajo, tranquilos. No, no estoy metida en ninguna brigada antivicio. No, no voy a escribir bikini con Q de queso. Esta entrada es simplemente una nueva manifestación del marcado carácter antisistema que me domina últimamente. Me mola decir negro cuando el resto dice blanco. Y como empezamos con la época en que todo el mundo se china con el tema de la operación bikini y los gimnasios se llenan de buenas promesas, pues voy yo y voy a demostrar que la operación bikini no sirve absolutamente para nada. No hablo de gente que realmente tiene problemas graves de peso, sino de los neuras a los que les molestan un par de mollas y se matan al hambre y a ejercicios durante un par de meses para bajar cuatro kilillos que les permitan llegar a la playa como figurines. Y lo voy a hacer usando la lógica aplastante, puesto que no tengo el menor conocimiento de nutrición o temas similares. Bueno, sí. Quédense con una cosa: para adelgazar un kilo de grasa hay que quemar unas 7000 calorías, aproximadamente.
Vamos a ver ¿qué tiene el bikini frente al resto del año que nos haga preocuparnos tanto por nuestro aspecto al llegar el verano? Puedo entender al que intenta mantenerse delgado todo el año. ¿Pero por qué en verano? ¿Porque se lleva menos ropa? ¿Porque te ve en la playa el resto del mundo? ¡Pero si las playas están abarrotadas de gente, quién coño se va a fijar en ti! Además ¿qué pasa si alguien se fija? En la playa casi todo el mundo luce miserias varias, no se va a poner a criticar la paja en el ojo ajeno teniendo la viga en el suyo.
Bien, pongamos que eres un obseso de la perfección playera. Ya no me atrevo a decir obsesa porque la neura hace ya años que se ha extendido a ambos sexos. Las féminas no damos abasto con las zonas conflictivas que nos preocupan, porque son demasiados los ataques con napalm: celulitis, flaccidez, sobrepeso y estrías. Casa con cuatro puertas difícil es de guardar. Pueden presentarse todas juntas y tres de ellas tienen muy mal remedio, o ninguno. Los tíos lo tienen más fácil por su ausencia de hormonas femeninas, y la preocupación se suele circunscribir al perímetro de su cintura. Yo siempre creo que la solución más fácil es la correcta, como buena seguidora del principio de la navaja de Occam. Y lo más fácil es tapar lo que no quieres que se vea. En verano está igual de tirao que en invierno: ropa que disimule los puntos conflictivos y vía. Y en la playa, también. ¿Barriga fláccida? bañador entero. ¿Culo grande? bikini faldita. ¿Tetas caídas? tirantes bien armados. Y así, sin matarse ni sacrificarse. Hay que recordar algo: la única situación en que uno está totalmente desprotegido frente a sus mollas es cuando no lleva un solo trapo encima, es decir, en pelota picada. De lo cual deduzco que la operación bikini va totalmente encaminada a lucir radiante en situaciones de folleteo, no en la playa. Y hasta para eso hay soluciones. Recurramos nuevamente a Occam: probablemente el partenaire estará mucho más interesado en otras cosas que en medir el perímetro de tus caderas y, además, en caso de pánico, siempre da buen resultado bajar la intensidad de la luz, que de noche todos los gatos son pardos. Y algo que cura de tonterías para toda la vida es ir a una playa nudista, ese lugar donde todos comparten sus miserias físicas y nadie mira a nadie. Prueba superada.
Frivolidades aparte, yo me pregunto ¿merece la pena? ¿Merece la pena realmente andar durante un par de meses sacrificao y arrastrao con hambre, agujetas y mala hostia por parecer divino de la muerte durante quince días de vacaciones? ¿Para perder cuatro kilos que recuperarás en cuanto veas el chiringuito y empieces a ponerte gocho de vermús y patatas fritas? Porque claro, por un lado quieres conservar la línea y por otro pasártelo bien. Y estar todo el santo día mirando para otro lado y resistiendo tentaciones no es pasárselo bien en absoluto. El verano es un despendole que se caracteriza por la total ausencia de reglas y por la relajación de las costumbres. Tengo la sensación de que hacer dieta dos meses al año no debe de ser nada bueno para la salud, y aún menos matarse a ejercicio para dejarlo en cuanto se consigue el peso deseado. Yo al menos no creo en las dietas, y menos aún en las dietas milagro. Y mucho menos aún en suplementos para adelgazar o para acabar con la celulitis. Mal asunto si una mujer no tiene celulitis, se me da por pensar que no tiene hormonas femeninas, responsables directas de ella. Una mujer sin celulitis debe de ser algo así como un jardín sin flores, o con flores de plástico. Algo antinatural. Así que yo me mantendré con mis hábitos de vida válidos para los doce meses del año: comer equilibradamente, cometer excesos cuando me apetezca y hacer ejercicio tres días a la semana. Y mis mollas y yo, tan ricamente. Y al que no le guste, que no mire.