LOS QUE HACEMOS DE ESTE BLOG UNA CASA DE LOCOS

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MORGANA

JOTAELE

AGÜELO COCINILLAS

Oficialmente, profesora

Escritora

Casada y madre de familia

Me gusta leer, escribir y el rock and roll

Toco la guitarra

Hago dameros

Me gusta Patán

Odio la política y los programas del corazón

Oficialmente, abogado

Seductor

No sabe, no contesta

Me gustan las mujeres

Toco lo que me dejan

Hago el amor

Me gusta Betty Boop

Odio a Belén Esteban y a María Antonia Iglesias

Oficialmente, jubilado

Naturalista

Viudito y disponible

Me gusta observar la naturaleza humana

Ya no toco nada

Hago disecciones

Me gusta doña Urraca

Odio la caza, la pesca y los toros.

LIBROS LEÍDOS INVIERNO 2013

J.K. ROWLING: Una vacante imprevista
NOELIA AMARILLO: "¿Suave como la seda?
LENA VALENTI: "Amos y mazmorras"

martes, 23 de diciembre de 2014

JOE COCKER: IN MEMORIAM

JOE COCKER. IN MEMORIAM (1944-2014)




No, no tenía la gran facha. Tampoco la gran voz. Se movía de forma espasmódica como si le estuviera dando un ataque epiléptico. Y, sin embargo, Joe Cocker supo hacerse un hueco en la historia del rock lo suficientemente grande como para que la crítica musical en pleno le dedique unas líneas de homenaje con motivo de su muerte. La gran revelación de Woodstock nos dejaba ayer a consecuencia de un cáncer de pulmón, tras una vida llena de excesos y adicciones varias. El cantante de Sheffield comenzó su carrera en 1964 formando parte de bandas como "The Avengers", "Big blues" o "The Grease Band" y actualmente continuaba en activo. De hecho, tenía pensado sacar disco en 2015. Ya no podrá ser.

El hombre de la voz rota no deja un gran legado de producción propia, a pesar de sus cuarenta y seis álbumes, que se dice pronto. De hecho, creo que pasará a la historia por haber sido uno de los mejores versionadores de temas de otros. Inolvidable aquel "With a little help from my friends" en versión soul repleto de cadencias rítmicas y coros femeninos. Genial su adaptación de "Summer in the city", para mi gusto muy superior a la ratonera original. En los ochenta renació de sus cenizas, tras superar sus problemas con las drogas y el alcohol, con "Up where be belong", el meloso tema central de la banda sonora de "Oficial y caballero", que le reportó un Oscar, y, a partir de ahí, no hubo quien lo parase: la preciosa y conmovedora "You are so beautiful", la dramática "Unchain my heart" (nuevamente superior a la original) y, sobre todo, el tema que hizo a muchas mujeres aspirantes a streapers aficionadas: "You can leave your hat on", que acompañaba al magnífico desnudo de Kim Basinger en "Nueve semanas y media". En 1991 un disco sobreproducido por Jeff Lynne, "Night calls", volvió a colocarlo en lo más alto de las listas.

En fin, otra leyenda que se nos va. Ya empiezan a ser demasiadas.

jueves, 13 de febrero de 2014

REVISITANDO A LOS COVERLAND EN EL MOOM57 07-02-2014

foto propiedad de FATA MORGANA
 
 Ya. Ustedes dirán que me he vuelto medio tolai para ir a ver a los mismos tíos por segunda vez en una semana. Yo lo considero una oportunidad única, teniendo en cuenta que el escenario era completamente distinto. Como señalé en la reseña anterior, el Tribeca, si bien se presta al rollito familiar, no es el lugar más indicado para una banda de rock dado lo exiguo de su escenario que, entre otras cosas, obligaba al batería Bruno Couceiro a situarse en segunda línea de playa y no poder mostrar su talento en todo su esplendor. Y, además, los músicos no son máquinas, son personas, y no hay dos conciertos iguales aunque sí lo sea el repertorio. El Moom57 ofrece un escenario mucho más agradecido a priori: tarima, juego de luces, expansión del sonido, monitores para la banda, etc. A cambio, es un macro bar pijo de múltiples ambientes donde te soplan por un gin tonic con tantas caralladas dentro como el  sombrero de Carmen Miranda la friolera de 7 leuros, tiene gorilón con pinganillo en la puerta y camareras de piernas interminables cubiertas con exiguas minifaldas o shorts que te miran así como en plan perdonavidas. El local es una pesadilla llena de recovecos laberínticos. Me perdí tres veces esa noche, y no, no fue por la bebida. Entre la oscuridad del local, que se presta más a darse el lote en el sofá que a otra cosa, las nosecuántas puertas que tiene, los cortinones, las cintas prohibiendo el paso y yo que no llevaba gafas, llegó un momento que me pareció que estaba en el Ikea con las luces apagadas. Pero bueno, yo había ido allí a ver a los Coverland y no a hacer senderismo. Y como había poco público, pues pude expandirme como el universo y fijarme en un montón de detalles que la vez anterior se me habían pasado por alto. Lo del poco público no me extraña, la noche era todavía más perruna que la anterior (enésima ciclogénesis, esta vez de nombre Ruth). En el local, todo acristalado para convertirlo en terraza en verano, hacía frío y llovía tanto que el agua empezó a filtrarse por las juntas de las cristaleras de la pared y el techo, formando un río en el suelo y haciendo llover sobre mi cabeza y sobre la del batería Bruno, que no cesaba de mirar hacia arriba con gesto de lógica preocupación.
Empezó el concierto y ya pude observar que Celso había cambiado la Fender del anterior por una Gibson que me hizo castañetear la piñata tanto como el frío reinante y despertó en mí unos deseos cleptómanos que no sabía que tenía. Tengo la peregrina idea de que con una guitarra así es imposible tocar mal, en fin... y llegó la primera agradable sorpresa para mis oídos: la linea de bajo en "Eleanor Rigby" que no había tenido oportunidad de escuchar la vez anterior porque estaba situada al otro lado. No fue la única oportunidad de lucirse que tuvo el bajista Ale Cambón esa noche: me entusiasmó en el "I feel good" de James Brown. El repertorio fue avanzando, Celso cogió la Telecaster para empezar el popurri de los Rolling y hubo un pequeño totum revolutum al comenzar "Satisfaction". Cosas del directo.
La revelación de la noche para mí fue el batería Bruno Couceiro. No es bueno, es cojonudo. Quizá pelín preciosista en algunos momentos, demasiado redoble, pero excelente y entregado a pesar de que tenía la tortura china de la gotera sobre su cabeza. También me gustó más esta vez el cantante Roy Phillips, que se cortó en algún tema en el que creo que podría haber subido más el tono. Ambas cosas me hicieron pensar en lo genial que les quedaría a los dos, batería y cantante, un tema o dos de Led Zeppelin en el repertorio. Esos parches están pidiendo un contrarritmo contundente a gritos, chicos. Vamos, que yo en mi cabeza ya estaba escuchando su versión de "Who lotta love", palabritadelniñojesús, con Bruno remedando a mi amado Bonzo y Roy botando peito en plan mi todavía más adorado Plant. Pobre Roy, empeñado él en que el tímido púbico se acercase más al escenario. En cualquier caso, se metieron al respetable en el bolsillo aunque no diésemos señales de histerismo groupie: todos coreamos las canciones y estuvimos atentos a la actuación. Y la media de edad no bajaba de los cuarenta, y ya nos empiezan a dar vergüencilla las muestras públicas de entusiasmo, lo cual no quiere decir que no lo sintamos. Creo que el momento delirante se produjo con el "Baba O'Riley" de los Who, la cual, como solemos decir por estos lares, tienen "mallada".
Por poder escuchar, también tuve oportunidad de fijarme en temas donde Celso doblaba la voz de Roy y en los cambios introducidos de su cosecha en algunos solos de guitarra (eso me gusta, todo lo que se salga de la regla me encanta), como sucedió en "Come together". Por cierto, Celso toca con Marlango el día 22 en Santiago, si desean verlo en otro contexto. La verdad es que se gasta el hombre una tecnología puntera de lo más molona, no hay más que ver el juego de pedales que tiene a sus pies.
En fin, que a pesar del frío, las goteras, el laberinto, las multifrutas del gin tonic, los baños camuflados y un sinfín de naderías que no citaré, me mereció la pena ir aunque sólo fuera para hacer el análisis comparativo que les acabo de exponer. Y que siempre es agradable escuchar buena música en directo, qué carallo. Ahora a los Coverland sólo les falta hacer como los Rolling y tener un repertorio distinto para cada tipo de escenario. Mejor que no haga más sugerencias y me calle la boca...

CONCIERTO DE COVERLAND EN EL TRIBECA 2.0. 31-01-2014

foto cortesía de RUBÉN NOVO
 
COVERLAND:
Celso Madriñán: guitarra. Roy Phillips: voz. Bruno Couceiro: Batería. Ale Cambón: bajo.
PLAYLIST:
Eleanor Rigby
Cocaine
Ziggy Stardust
Born to be wild
Popurri de Hendrix
Popurri de los Rolling
You really got me
Keep on rocking in the free world
Come together
Drive my car
Two princes
Hard to handle
Always on the run
Superstition
You got me
Baba O'Riley
Popurri de Queen
Viernes y fin de mes. Una noche de perros, con toda La Coruña azotada por la enésima ciclogénesis explosiva, que es como se le llama ahora en lenguaje molón a los temporales de toda la vida, mira tú. Pasar el Rubicón del Orzán (por los soportales, of course) una pesadilla digna de figurar en el programa aquél de "Al filo de lo imposible", en fin, un horror. Y yo que decido abandonar la calidez del hogar para ir a ver al grupo de rock coruñés Coverland, del que no tenía noticia, o más bien, creia que no la tenía, porque realmente ya los había entrevisto hace cuatro meses atrás en el Moom. Digo entrevisto porque estaba con una peña en plan tertulia y no me pude acercar a verlos y me quedé con las ganas.
Actuaban los Coverland en el Tribeca 2.0, en el Orzán, que si bien no es el mejor local del mundo mundial para una concierto de rock, dado que es largo y angosto, sí se presta para un ambiente así como de rollito familiar y cercano, en plan paz y amor y el plus pal salón y fijarse en un montón de detalles que en otro lugar pasarían inadvertidos. Así que me aposenté a un metro de su guitarrista, Celso Madriñán, que también lo es del grupo Marlango, por cierto, dispuesta a no perderme una nota.
En cuanto arrancaron los primeros compases de Eleanor Rigby me di cuenta que eran los mismos a los que me había quedado sin ver en el Moom. Los Coverland hacen versiones de clásicos del rock, bien elegidas, de forma impecable y estupendamente adaptadas. Funcionan como una máquina bien engrasada. Los temas están adecuadamente seleccionados para la voz de Roy Phillips, que aguantó casi dos horas de concierto sin despeinarse dando el callo. Un poco de todo en la antología: Beatles, Rolling, The Who, Bowie, los Kinks... gente más reciente como Lenny Kravitz o Spin Doctors y otros ya no tan rockeros como Stevie Wonder u Otis Redding. Un repertorio muy ecléctico, en resumen. Olé por atreverse (y resolver felizmente) con un tema tan poco rockero como Eleanor Rigby, por cierto.
Me andaba a mí en la cabeza cómo iba a resolver la banda el asunto de reducir a una sola guitarra una porción de temas que originalmente se hace con dos, así que no le quité el ojo de encima a la Fender de Madriñán, más que nada por envidia insana, todo hay que decirlo. No se echó de menos en absoluto un segundo guitarrista: Ale Cambón cubría perfectemente con su bajo de cinco cuerdas mientras Celso hacía ambas partes, la rítmica y los solos, sin mayores complicaciones, usando un sencillo pero efectivo transporte de acordes en la primera y volando por el mástil en las segundas. Aparte de la guitarra, también le envidié las manos, qué solos más buenos. Me gustó especialmente la versión de Cocaine. A medio concierto cambió a la Telecaster, enseguida supe por qué, necesitaba la afinación en sol abierto para los temas de los Rolling. Excelente idea la de los popurris para calentar al público sin llegar a cansarlo. Y, desgraciadamente, casi acabando el concierto se le rompió una cuerda, lo que lo obligó a cambiar nuevamente de guitarra sin mayores problemas. Hicieron un bis con un público ya totalmente entregado (le costó un poco arrancar, supongo que por la cercanía del grupo, estaban a un metro de la gente y a la misma altura) y terminaron, dejándonos con ganas de más. No se preocupen, se comenta que volverán a actuar en el Tribeca en Carnavales y yo desde luego no me lo pienso perder.
En fin, que mereció la pena mandar mis barcos a luchar contra los elementos, como decía el otro. Mientras espero su próxima actuación, iré echándole un vistazo a lo que se cuece en el panorama coruñés. Cada vez me gusta más ir a ver a las bandas locales, ya que los elefantes sagrados del rock no se dejan caer demasiado por estos lares. Y con el nivel que empieza a haber y la oferta de locales, me temo que sus satánicas majestades van a tener que esperar por mí...